¿Los derechos humanos son un “optional” para la UE?
Las cárceles como lugares sin leyes ni derechos. Antros en los cuales la barbarie es permitida y se perpetua bajo el amparo de la indiferencia de quienes las consideran el lugar adecuado para descontar una pena. Es la realidad que se repite en muchos, demasiados países del mundo.
¿Y en la Unión Europea? En esa unión de países cuyos fundamentos prevén el respeto de los derechos humanos, de la democracia, de la legalidad, ¿cuál es la realidad de quienes viven entre rejas?
Sin hacer un análisis de la situación penitenciaria en cada uno de los miembros de la Unión Europea, hay una realidad que emerge a simple vista. En Hungría la vida de las y los presos es similar a la de otros infiernos que desde aquí criticamos y denunciamos.
Las imágenes de Ilaria Salis, maestra italiana de 38 años encarcelada en Budapest a raíz de su participación en una manifestación antifascista, mientras acudía a una audiencia en la Corte, hablan con la fuerza de lo evidente. La detenida italiana está acusada de haber herido a dos neofascistas quienes nunca la denunciaron y de ser parte de una organización denominada Hammerband que nació, en Alemania con el propósito de atacar a los militantes fascistas y nazistas.
Ilaria Salis, quien se declara inocente, no fue arrestada in flagrante sino mientras se alejaba de la manifestación en un taxi.
Llegó a su primer día de juicio, después de estar casi un año presa, con grilletes en las manos y en los pies y llevada por una cadena que mantenía una guardia carcelaria, cual correa de perros.
Esas imágenes que retrataron las cámaras de los periodistas nacionales e internacionales muestran, en toda su desnudez, la arrogancia de un poder que se sabe intocable ya que superó indemne las 612 sentencias de condena de la Corte europea para los derechos humanos por violación de la Convención desde 2009 hasta hoy.
El mismo Orbán en Bruselas dijo, con gran naturalidad, que la detenida italiana recibe el mismo trato de otras y otros detenidos.
Según Riccardo Noury, de Amnesty international Italia: “En Hungría hay más de 19mil detenidos en una población de menos de 10 millones de personas”.
Estamos hablando de un país que es parte de la Unión Europea y cuyo gobierno tuvo que aceptar sus principios y valores, es decir comprometerse a respetar la libertad, la democracia, la igualdad y el Estado de Derecho.
¿Lo hizo a sabiendas que esos principios son tan frágiles que es posible pisotearlos sin consecuencia alguna?
Mariza Bafile